Alegría catártica.


Tenía ya tiempo escribiendo sólo para atender las responsabilidades de mi trabajo actual, pero hoy mi amigo e1th0r comentó por correo sobre una muy buena reciente noticia y en mi correo de respuesta dejé fluir nuevamente el estilo cartártico que caracteriza este blog. Me pareció que traer mi comentario sobre la inminente aprobación de una nueva Ley Orgánica del Trabajo hasta acá sería una buena forma de retomar este espacio.
Vengo siguiendo el tema, del Trabajo, desde hace años, cuando C. Lanz buscaba transformar las relaciones de explotación en las empresas básicas y luego desde hace unos 3 años, justamente desde el discurso del Presidente el 14 de Enero de 2006 y luego en 2007 al inicio de las discusiones de nuestra frustrada reforma a la constitución.

Confieso que aún no logro explicarme cómo por una 'pírrica' mayoría rechazamos esa reforma. Tal vez conocemos muy poco, o desconocemos mucho, del marco legal que establece nuestra relación, nuestro pacto social, con el Estado. Tal vez por eso tantos se engañaron o se dejaron engañar.

Pese a la muy buena noticia de hoy sobre la Ley Orgánica del Trabajo, me resulta realmente frustrante ver cómo, ahora, hemos de abordar desde el marco de una Ley lo que podríamos haber conquistado con rango constitucional y haber dado, en el proceso, un ejemplo al mundo. Supongo que no estuvimos listos y que también subestimamos a aquellos, grupos y factores, a los que un nuevo orden les incomoda pues lesiona sus intereses directos.

Insisto, para mi, es terrible ver a mis conciudadanos actuando irreflexivamente en contra de sus propios intereses y los de sus escenarios naturales de reivindicación y de lucha social, y verles defender rabiosamente los intereses de una clase que, en el fondo, les desprecia y los usa para sus fríos fines mercantiles. Me entristece confirmar, en cada proceso de consulta electoral, que hay una buena proporción de compatriotas que sienten miedo y vergüenza de ser llamados pueblo, aún cuando esa es precisamente nuestra mas cara esencia.

Siento que hay una clase -la históricamente excluida- que está aprendiendo a reconocerse y eso me anima.

Mi gran preocupación es esa clase sin conciencia que es la de los que resultamos incluidos y en el proceso olvidamos lo que alguna vez fuimos -y en un sentido explícito seguimos siendo pese a negarlo-.

Esclavos de nuestra propia mente, enajenados aún de la posibilidad de saber que lo somos.

Por favor, ¡apaguemos el televisor!.

Hasta acá, por hoy, por ahora.


Agradezco al pana Luigino y al equipo de YVKE Mundiál por mantener los contenidos sobre la Reforma Constitucional aún visibles desde la página principal del portal; como venezolano, cada vez que veo ese enlace, allí presente, me siento reinvindicado. Lástima que está por allá... abajo y a la derecha ;-)

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Nubes(en)images.google.comFuente de las imágenes. Gracias a todos quienes comparten sus grandiosas visiones del mundo.

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