El Rizoma.


Y acontecimiento pretendiste nacer, y episodio pudiste malparir. Cartas son, de esa vida que no fue, estas líneas que hoy nacen queriendo pronto morir.

El Rizoma.

Uhmjuhmmmm... Okeeyyyyy... Bueeeeeee...

Y cuando evidente te hiciste, hablaron otros ya por ti, dejando tu sombra caer: -¡Si cayeran bombas hoy acá, con todo lo que Es acabaría!-.

Así alimentaste el Ego de los que viven desde el temor. Temor, temiendo, perdiendo, una estabilidad que solo en sus mentes existe, y que solo es siendo sujetados sin proyecto, en el territorio que enajenaste del todos ellos en el más.

Y adormecidos desde tu cultura del miedo, desde los fantasmas que les inventaste, a defenderse se preparan hoy... Siempre alertas, siempre vigilantes, siempre puntuales eso sí, de 8 a 12 y de 2 a 6 -y el viernes corrido hasta las 3-, porque a otras horas despiertan para sus fragmentos de vida, que es bueno tengan consideras, cobijándose hasta el alba.

Y sus miradas apagadas buscando las otras ya no brillan. En un buscar y no encontrar, opacas, reflejan sobrevivir en el terror.

Así, temporalmente, un cuerpo que tuyo no era ocupaste, y esclerotizado y descompuesto y moribundo lo dejaste, habitado en el miedo, por tus reflejos populado, remedos de tu fallida pretendida maestría.

Pero allí, en tu fallida pretendida maestría, no pudiste evitar que diamantes se escurrieran de entre tus dedos, faceteándose entre sí de mil formas nuevas, juntos, inalcanzables ya para ti, despojándose del miedo brillaron con luz cada vez mas propia, entregándose sólo a maestros que ya no pretenden serlo. Semilla de un cuerpo nuevo, Rizoma complejo, potente y brillante. Su autopoiética existencia busca ahora territorio, pues proyecto de vida es, deja atrás el progenitor cuerpo al que muerte en vida tu le das.

Y recuerdo cuando ser evidencia no buscabas, pero evidencia siempre reclamabas. Tu intachabilidad en La Red del mundo tus escondidas prácticas protegía, y tus causas defendían quienes afecto te ofrecían.

Y ahora en tu desespero, ocultándote tras mil anecdóticos Enlaces estás, mientras lo que sabes, en tus venas no puedes enfrentar, publicado seguirá, para quienes más allá de tus anécdotas sepan buscar.

Y en tu desespero, puedes aún hacer trizas cristales que no son tales, diamantes no podrás pretender tocar ya más.

Y percibo ahora entonces, en tu perdida defensa, en tu escasez de afectos, ¡cuanto te desespera verte tachado, encontrado y Enlazado!. ¡Evidenciado!.

Pero preocuparte no debes, temor no sientas, pues el Rizoma nuevas hojas tendrá y desde la sombra de su frondoso dosel, no te verás ya más.

Así, incapaz de brillar con luz propia, sombra eres, sombra serás.

Del libro “Cartas a un traidor”, Capitulo “Autopoiesis”. Autor des‑conocido.

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El pretendido destructor de cuentos quijotescos.

¿Podremos conocer tus motivaciones algún día?, ¿serán tan simples como los pecados de la cristiandad?. ¿De qué maneras las alimentaste?, ¿en secreta soledad?, ¿en cofradía?. Supongo que tendríamos que buscar pecar gravemente si hemos de conseguir respuestas; y tal vez nos hemos alejado ya de ese camino.

En tu discurso acusas a otros de los vicios que tu Ego cultiva, sin percatarte de que muestra claves para develar tu alma, que ya no sueña.

Aprovechando el desconcierto, seguiste por segundos el impulso de mostrarte develado. Aprovechando la negación te regocijaste al hacerlo. Todopoderoso fuiste por ese instante y luego despojado de poder quedaste.

Nunca entendiste que el poder verdadero es sólo un regalo precioso que recibías en correspondencia. Hoy nadie te escribe y sólo puedes enajenar poder desde aquello a lo que en un instante, redujiste tu propio ser: tu Ego.

Y tus herramientas, ahora reducidas a la duda y el miedo, sólo pueden crear un triste e impotente reflejo de ti mismo, políticamente perverso.

¿Donde te quedaron la hoz y el martillo que decías defender?

Blandiendo, más firmes están, en las manos de aquellos quienes hoy nos obligamos a ni ignorarte, aunque el recuerdo de nuestra fe en tu persona aún duela y clame la voz del que ya no es.

Y sembraremos y cultivaremos y construiremos; el recuerdo sólo será pronto cicatriz de la batalla contra las sombras en las almas de los hombres. ¡Vamos Rocinantes!, ¡vamos Sanchos!, ¡nuestro cuento quijotesco espera!, ¡siempre adelante!

Del libro “Cartas a un traidor”, Capitulo “Recarga”. Autor des‑conocido.

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